Sobre Cerebro Mono y Pilotos Automáticos
- Caroline Monypenny
- 15 feb
- 6 Min. de lectura
En la incesante búsqueda por aprender a ser más productiva, hace 4 años atrás, en plena pandemia, encontré el mindfulness y la meditación. Como anclas me afirmé de ellas para pelear contra el déficit atencional, y lograr hacer mis actividades. Todos los días tratando de ganarle al piloto automático, ese que te hace no saber cómo llegaste a un lugar, el que te hace perder el auto en un estacionamiento de mall, o leer un párrafo 2 o 3 veces porque te pones a pensar en otras cosas. Y me funcionó!
Pero el otro día escuchando un podcast de Luis Ramos (Libros para Emprendedores) me encontré con el otro lado de la moneda. Resulta que el libro “Fuerza de Voluntad” (Willpower: rediscovering the greatest human strength) de Roy Baumeister y John Tierney explica como lograr esa fuerza para ser más productivo y lograr una mayor concentración.
El libro indica que una herramienta vital para lograr el foco en nuestras tareas diarias es la planificación, por una razón muy simple: nos permite ir en “piloto automático”. Imagínense mi impresión, cuando lucho todos los días por dejar de estar en ese estado.
Entonces, ¿a qué se refiere?
La confusión se dispersa cuando entendemos mejor la diferencia entre los que yo llamo “piloto automático del hacer” desde el cerebro racional y el hiperfoco, y aquel “piloto automático del sentir” que es el que te desconecta de la real dimensión emocional.
En este camino de emprendimiento me empecé a interesar en la neurociencia. Y porfavor perdónenme de antemano los conocedores del tema si simplifico demasiado algún concepto, pero en mi lucha por hacer la #estrategiaenfacil necesito bajar estas ideas a la vereda de todos. Siéntanse totalmente en la libertad de comentar esta publicación y ayudarnos a todos a entender mejor como funcionamos.
Los invito a meternos un poco más en nuestro cerebro.
Existe un sector del cerebro al que le llaman el “cerebro mono” (constituido por la amígdala, la estriada y el hipotálamo). En su conjunto son quienes nos permitieron llegar a este siglo sin ser devorados por las especies del planeta. La amígdala es nuestra central de alarma, que se dispara cada vez que siente que está en un espacio o situación desconocida, y por tanto en un peligro inminente (la seguidilla de disparos de hormonas del estrés, como el cortisol y otras, lo vamos a dejar para otro momento). Lo importante para este relato es entender que el cerebro mono se “asusta” con lo desconocido y prepara a nuestro cuerpo para escapar. En nuestro cerebro primitivo aún está la idea de que lo más probable es que nos venga a comer un león, literal.
Este “piloto automático del sentir” es el estado en el cual hacemos cosas sin pensar conscientemente el por qué las estamos haciendo. Es ese estado donde estamos todo el rato haciendo cosas, y cada vez que terminamos algo, nos enfrentamos nuevamente a la decisión de qué es lo siguiente que tenemos que hacer. Evaluamos nuestras opciones, buscamos información, revisamos fuentes de pedidos (emails, whatsapps, DMs, etc), re-evaluamos las tareas, tomamos una decisión y nos tiramos con todo a hacerlo. Y ese loop se repite varias veces en el día.
Por otro lado, está la desconexión con el tiempo. Más que meterme con detalle en el tema de las redes sociales, que esto lo tienen súper afinado, te haré una pregunta. ¿Cuántas veces te ha pasado que dices “voy a ver este temita y me salgo”, y de pronto ves la hora y han pasado 15 minutos, 30 minutos o una hora?
Ese piloto automático es aquel que nos desconecta de nuestras reales emociones, y nos vuelve reactivos a todo, impulsivos, “pensamiento hablado” dicen algunos, muchas veces poco asertivos, y que tiene hoy lamentablemente a una generación casi completa sumida en ataques de angustia sin saber por qué.
¿Se imaginan cuál es el diálogo interno que se genera en este loop interminable de todos los días?
“No tengo tiempo”
“No me da”
“Estoy agotado”
Este diálogo interno hace que la búsqueda de alivio rápido encuentre hoy a la mano una solución: cualquier cosa que nos desconecte la mente, que no tengamos que pensar, que nos riamos o que nos adormezca.
En las innumerables veces que me he encontrado en talleres o charlas de liderazgo, coaching y similares, acciones tan simples como “cierra los ojos, respira profundamente y siente tu cuerpo” generan siempre en alguna persona del grupo una fuerte reacción emocional. Reconectar con nuestro cuerpo de pronto es ya tan extraño que no nos damos cuenta que nos echamos de menos (nos extrañamos).
Pero ok, ya tenemos el cuadro pintado, basta de más detalles, porque nos vamos a deprimir.
Al otro lado de nuestro cerebro (en realidad por delante y por arriba más o menos) está nuestro cerebro racional, la corteza prefrontal, fuente de toda racionalidad, análisis y tomadora de decisiones. Su capacidad de observar, sintetizar, resumir, entender, homologar, hacer derivaciones y todo lo que implica que podamos pensar es la que nos hace diferentes a todo el resto de los seres vivos de este planeta.
Y sí, este cerebro tiene la capacidad también de controlar al cerebro mono. Pero al igual que todo en esta vida, necesita de un aprendizaje y un entrenamiento. Y es ahí donde las prácticas que se centran en la introspección cobran valor. El mindfulnes es una de ellas, pero hay tantas como religiones y especialidades psicológicas hay en el mundo.
Cuando somos capaces de reconocer lo que sentimos, analizarlo, entender cuándo y por qué nos sentimos así, podemos tomar decisiones de cómo dejar que nos afecte. Una muy querida coach, Verónica Sirkovich, una vez preguntó “¿a qué le estás dando poder?”. Una pregunta tan simple, pero que nos pega en la realidad de qué nivel de control estamos teniendo sobre nosotros mismos, que es finalmente lo único que podemos controlar en la vida.
En ese entrenamiento de nuestra parte emocional, y volviendo al tema de la productividad y del podcast, lo más importante es lograr disminuir la sensación de incertidumbre, para que la amígdala no se esté disparando todo el día. ¿Cómo podemos entrenarnos para disminuir algo que no podemos muchas veces controlar?
La respuesta es Planificación. Cuando planificamos nuestro día lo que estamos generando es la programación para nuestro “piloto automático del hacer”. Esto requiere disciplina, y por ende una cuota de motivación. Y aquí es donde mucha gente pone cara de “ese es el problema, no me motiva nada”. Pero no todo lo de la motivación tiene que ver con propósito, ganas, energía positiva, u otros conceptos algo extrovertidos para mi gusto.
Uno de los factores que más energía, y por ende motivación, nos consume en el día a día es el tomar decisiones. Mientras más cosas tengamos que decidir en el día, vamos consumiendo nuestra motivación para poder avanzar y realizar la siguiente tarea. Cuando planificamos disminuimos la cantidad de decisiones respecto a qué es lo siguiente que tengo que hacer, disminuimos las situaciones de incertidumbre, nuestro cerebro mono no reacciona, y nos desgastamos menos.
Cambiamos así emociones de ansiedad por motivación, angustia por calma, estrés malo por estrés bueno. Tomamos mejores decisiones, escribimos mejor, hablamos de forma más asertiva, y terminamos el día con una sensación del trabajo bien hecho.
Como cualquier disciplina, no se adquiere de un día para otro. Pero así como nuestro cerebro está diseñado para el uni-tasking, también lo está para aprender a través del reforzamiento positivo. Un pequeño triunfo del día (sacar un pendiente pequeño que tienes hace meses en tu lista) hará que tu cerebro recuerde esa sensación. Está en cada uno de nosotros el entrenarnos cada día para recordarle a nuestro cerebro que recuerde esa sensación.
Formas de planificarse hay miles también. Y tal como hacemos pruebas de producto antes de lanzar, nos probamos la ropa antes de comprar, o escribimos en un blog antes de lanzar un libro, podemos probar distintas metodologías para planificar. Y no importa si usas o no tecnología. Lo que planteo aquí puede ser a lápiz y papel. Lo importante es que busques disminuir la cantidad de veces que te expones a tomar decisiones que no te aportan valor para alcanzar tus metas más importantes. Tu energía debe concentrarse en hacer esas tareas que te llevan a avanzar en paz.
Mi invitación es a analizar tu día, hacer la lista de tus pendientes, y planificarte para sacar no más de 3 por día la próxima semana, fijándote las horas y tiempo necesarios para hacerlos, comprometiéndote contigo mismo a desconectarte de los distractores. Haz el recuento al final del día, haz los ajustes para el día siguiente, y vuelve a repetir.
Y para quienes ya lo hacen, observen a su alrededor si hay alguien que esté con su cerebro mono activado, y ayúdenlo!
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