Sobre lo humano y lo divino de emprender
- Caroline Monypenny
- 29 ene
- 2 Min. de lectura
Estoy cumpliendo 1 año desde que decidí no emplearme más. Después de 24 años trabajando para otros decidí empezar a trabajar para mí. Y por qué no decirlo, también por mí.
Ha sido un camino totalmente impensado, donde más ha crecido mi autoconocimiento que mi patrimonio.
La primera lección que saco es que este crecimiento es la primera riqueza que aprendemos a valorar.
Independizarse a los 46 años pareciera ser un poco tarde. El cuerpo y las energías ya no te acompañan tanto y las cargas financieras de 4 hijos son fuertes (ni les explico como comen 4 hombres adolescentes, tratamiento hormonal de crecimiento de por medio).
Mi madre siempre me ha dicho que soy inquieta, y no fue hasta el año pasado que realmente entendí cuál es el significado de esa palabra. Es el no estar conforme con las cosas como están, sobre todo en la cabeza, que está siempre dando vueltas pensando en cómo hacer las cosas mejor. Y si a ese cultivo le sumas meterme a comunidades a conocer personas nuevas, millones de conversaciones interesantes y ChatGPT, no paré más.
Mi segunda lección del año fue la importancia de estar realmente presente en tu cuerpo y mente día a día, para que esa inquietud sea canalizada a tiempo de valor.
Mis hijos me dicen que cuando se me mete algo en la cabeza, no paro hasta sacarlo. No puedo llamarlo obsesión porque no soy de los que pasa pegado en las redes sociales buscando información y leyendo a cuanto gurú de mis temas existe, pero sí he hecho cambios gigantes en mis rutinas para aguantar esta nueva vida.
Porque emprender no es una decisión de trabajo. Cambia TODA tu vida. Desde tu perspectiva de como ves el futuro, tus horarios, la manera en que defines lo importante, el valor del tiempo y del dinero, hasta tus hábitos de sueño, movimiento, cocina y lavado de ropa.
Ríanse si quieren, o llámenme exagerada, pero quien realmente vive la decisión de empezar a crear valor desde la nada y con el único propósito de lograr un objetivo propio, vive una transformación personal que modifica hasta la manera de conectar las neuronas, las ideas y las horas del día.
Mi tercera lección que comparto es que aprender a desprenderse y despedirse de cosas que sientes que arrastras o te arrastran a lugares o estados que no quieres vivir (llámese hábitos, objetos, personas, rutinas, ropa...) es de las sensaciones más gratificantes que he sentido.
Hacer espacio para lo nuevo te agranda los límites de lo que crees es posible.
Y para allá vamos.
Esta es mi primera publicación. Mi primera meta del 2025 cumplida.
Bienvenidos a una nueva aventura!
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